Alebrijes en Cuadratines
Por Adrián Chavarría Espinosa
Todo tipo de violencia, sin importar de que tipo sea, nunca debe ser aceptable, ya sea física, psicológica, mental e incluso la política, siendo ésta última la que más se ha puesto de moda por la forma en que se ha dado la confrontación entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y la senadora Xóchitl Gálvez, como parte del actual ambiente político.
Sucede que como parte de la campaña de denostación desarrollada por el mandatario hacia todos sus adversarios, en especial aquellos a quienes considera como un riesgo para sus propósitos, a agredido verbalmente desde políticos, activistas, magistrados, periodistas, a todos quienes les ha dirigido todos los calificativos posibles: corruptos, ladrones, neoliberales, deshonestos, fraudulentos, retrógrados, etcétera.
Todas esas expresiones son emitidas constantemente desde el Salón Tesorería de Palacio Nacional, en las conferencias mañaneras, donde se impone la voz presidencial, sin oportunidad de que exista alguna réplica o forma de responder a todas las imputaciones que ahí emitidas,
Resulta curioso que quien constantemente reiterar estar contra la violencia, al afirmar que violencia solo genera más violencia, sea quien más cometa la violencia política de género y no quiera reconocerlo, incluso llegó a expresar que él podía ser sujeto de violencia de género.
López Obrador constantemente afirma ser el presidenta más atacado por los medios de comunicación desde Francisco I: Madero, pero no admite que es él quien, “con todo respeto”, es quien más descalifica a medios, impresos y electrónicos, reporteros, columnistas, analistas, a sus propietarios y solo considerar a La Jornada como el único medio que habla con la verdad.
(Es tanta su ceguera que de ninguna forma acepta que la gran mayoría es la que tiene la razón y él se equivoca, porque de ninguna forma reconoce sus errores y equivocaciones.)
Según el Protocolo para la Atención de la Violencia Política contra las mujeres en razón de género, comprende todas las acciones u omisiones de personas, servidoras o servidores públicos dirigidas a una mujer por ser mujer (en razón de género), con un impacto diferenciado en ellas o les afectan desproporcionadamente, con el objeto o resultado de menoscabar o anular sus derechos político-electorales, incluyendo el ejercicio del cargo.
Aunque este tipo de violencia no es nuevo, fue hasta 28 de noviembre de 2019 cuando la Cámara de Diputados aprobó el dictamen para tipificar la violencia política de género como delito electoral, lo cual fue ratificado por el Senado hasta el 12 de marzo de 2020.
En la edición nacional del periódico Milenio del viernes 11 de agosto se reveló que los presidentes nacionales de los tres partidos, integrantes del Frente Amplio por México (FAM), quienes el 4 de agosto le exigieron a López Obrador “respetar la ley y detener la violencia política de género” contra Xóchitl Gálvez, han sido denunciados por violencia política de género.
En su denuncia contra López Obrador, Xóchitl Gálvez afirmó que sus referencias hacia ella “reproducen patrones y estándares históricos que han colocado a la mujer siempre por debajo de los intereses y estrategias de los hombres”. Expresó: “Las agresiones que él hace contra mí son machistas porque” es lo que pasa “en el momento en que un hombre no reconoce que una mujer tiene la capacidad por sí misma para llegar hasta donde está, y pensar que alguien o alguienes tuvieron que impulsarla”.
El periódico detalla que tanto la hidalguense como Claudia Sheinbaum, aspirante por parte de Morena, han sufrido de repetidos ataques que corresponden con esta descripción, siendo la exjefa de gobierno capitalina quien lleva mayor tiempo sometida a las ofensivas y a los términos empleados para indicar que una mujer está sometida a intereses y estrategias de unos hombres, hasta en seis veces más que su adversaria.
Se explica que búsquedas en Google con palabras clave, arrojaron que “Xóchitl Gálvez” en combinación con “títere” ofrece 28 mil 100 resultados; “marioneta”, 10 mil 800; “muñeca de ventrílocuo”, apenas 10; y “regenta”, 4 mil 270; en tanto con “Claudia Sheinbaum”, los números son “títere”, 28 mil 700; “marioneta”, 121 mil; “muñeca de ventrílocuo”, 151; y “regenta”, 96 mil 500.
En resumen, Gálvez aparece 43 mil 180 veces ligada a alguno de estos despectivos, en tanto Sheinbaum se encuentra en 246 mil 351 ocasiones. Cabe aclarar que si bien con Sheinbaum las agresiones datan de al menos 2019, es decir hace cuatro años –por eso la gran cantidad de menciones–, con la senadora panista iniciaron apenas el 6 de julio de 2023.
Ahora, desde que empezaron las agresiones en contra de Sheinbaum se hubieran puesto las correspondientes denuncias ante las autoridades electorales para frenarlas, pero no lo hizo y posiblemente López Obrador hubiera tenido otro tipo de actitud, pero no sucedió así.
En un comparativo, las descalificaciones contra la morenista no solo han sido de líderes políticos, también se han difundidas en redes sociales, por lo cual fueron menospreciadas, pero con Gálvez han sido lideradas por López Obrador y replicadas por legisladores, militantes y funcionarios morenistas, donde las de mayor repercusión son las emitidas en las mañaneras.
Y pese a las medidas cautelares impuestas a López Obrador por autoridades electorales, el mandatario buscará cómo evadirlas para continuar con sus expresiones, siempre, negando que incurre en violencia política de género y será cuento de nunca acabar.
