Maullidos Urbanos
Por Gato de Barrio
En verdad resulta increíble que 49 personas aspiren al cargo de presidente nacional del partido Morena, mientras que otras 54 pretendan llegar a la secretaria general. Por supuesto, en esa amplia lista hay de todo, desde experimentados políticos hasta otros que apenas se inician en esta actividad, sin omitir a quienes buscan aprovechar los puestos para interese personales.
Por ejemplo, entre los más conocidos –no necesariamente los mejores–, que acudieron a inscribirse ante el INE y desean ser presidentes se encuentran el senador suplente Alejandro Rojas, los diputados federales Mario Delgado, Porfirio Muñoz Ledo y Javier Hidalgo, la actual secretaria general Yeidckol Polevnsky y el joven politólogo Gibrán Ramírez.
Para la secretaría general se inscribieron Oswaldo Alfaro Montoya –uno de los morenistas que interpuso los recursos ante el Tribunal que motivaron que la elección la asumirá el INE–, la senadora Citlalli Hernández; el exfuncionario del IMSS, Antonio Attolini; los líderes experredistas Agustín Guerrero y Emilio Ulloa; el oaxaqueño Flavio Sosa; y Donají Alba y Carol Arriaga, quienes han ocupado diversos cargos en la dirigencia.
Según el protocolo, la dirección de Prerrogativas y Partidos Políticos del INE revisará los registros para eliminar a los que incumplan con los requisitos y el 12 de septiembre se revelarán los finalistas. De ser más de seis, entonces entre el 16 y 22 de septiembre las empresas Demotecnía 2.0 y Mendoza Blanco efectuarán tres encuestas de reconocimiento para definir quienes cuentan con el mayor apoyo de la militancia y reducir el número de aspirantes a seis por cada cargo, tal como lo establece la convocatoria.
Entonces las empresas Covarrubias, Parametria y BGC Ulises Beltrán aplicarán las encuestas para definir al presidente y secretario general de Morena, cuyos resultados se anunciarán el 2 de octubre y los ganadores asumirán los cargos hasta el 31 de agosto de 2023.
Ante la decisión del presidente de la república de no involucrarse en asuntos partidistas, desde estos momentos se puede anticipar que las diferentes fases de todo este proceso será impugnado por uno o varios de los eliminados o inconformes con los resultados finales. No se necesita una bola de cristal para establecer ese pronóstico, ya que lamentablemente eso ha sido lo normal en este tipo de situaciones en la izquierda mexicana.
De suceder las esperadas impugnaciones faltaría por definir cómo repercutirán en la base de militantes y simpatizantes de Morena en los procesos electorales del año próximo, sobre si les darán su voto o preferirán apoyar a candidatos de otros partidos menos conflictivos.