Maullidos Urbanos
Por Gato de Barrio
Este fin de semana Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Relaciones Exteriores, acudió a Roma, Italia, con la representación presidencial a la Reunión Cumbre de Líderes del G-20, como se conoce al grupo de las 20 naciones cuyas economías son las más importantes en todo el mundo, y a la cual asisten casi todos los mandatarios de esos países.
Además, la agenda del funcionario mexicano también comprendió reuniones previas a la Cumbre con Joe Biden, presidente de Estados Unidos, Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, y Angela Merkel, canciller alemana, así como con Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS, y Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
Las instrucciones presidenciales a Ebrard consistieron en destacar los esfuerzos de México y América Latina por avanzar en la vacunación de sus poblaciones, así como en la producción de biológicos para evitar la dependencia con otras regiones. Al director de la OMS le reiteró la petición de reconocimiento universal de las vacunas aprobadas y la importancia de autorizar biológicos ya avalados por los países miembros y, con la representante europea, negoció acelerar las negociaciones en curso del acuerdo global con ese continente.
De ninguna forma se puede criticar el desempeño del funcionario mexicano responsable de las relaciones con los demás países del mundo, ya que simplemente cumple con las instrucciones recibidas. Lo negativo es que debería ser el presidente Andrés Manuel López Obrador quien debería haber acudido personalmente a esos y otros importantes eventos.
Durante su administración el político tabasqueño sólo ha realizado una gira al exterior, en julio de 2020 para dialogar en Washington con Joe Biden; en cambio en territorio nacional ha recibido individualmente a los mandatarios de España, Luxemburgo, El Salvador, Honduras, Cuba, Costa Rica, Panamá, Guatemala (dos veces), Colombia, Argentina, Bolivia y Ecuador.
Aunque constitucionalmente el presidente mexicano puede salir del país hasta por siete días, informado previamente a la Cámara de Senadores las razones de su viaje y los resultados alcanzados, López Obrador ha argumentado que un ejercicio adecuado de la política interior se convierte en factor de reconocimiento internacional y, en consecuencia, de la política exterior.
Sin demeritar los mejores posibles resultados que logre Ebrard, sería muy conveniente que el presidente acudiera personalmente a todos los eventos mundiales posibles o visitar otras naciones para, de esa forma, sus interlocutores comprendan mejor sus propuestas que mediante un representante, de lo contrario difícilmente tendrá un reconocimiento internacional.