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López Obrador sin control de la agenda política

Alebrijes en Cuadratines
Por Adrián Chavarría Espinosa

ache57@yahoo.com.mx

Definitivamente, el presidente Andrés Manuel López Obrador no pudo realizar un adecuado control de daños tras la revelación de la lujosa casa donde residió su José Ramón López Beltrán en Houston, Texas, propiedad de Keith Schilling, alto ejecutivo de la empresa Baker Hughes, compañía que actualmente tiene contratos por 151 millones de dólares con Pemex, lo que supone un conflicto de interés.

            Después de que en el portal informativo Latinus y el periodista Carlos Loret de Mola revelaran la investigación periodística el jueves 27 de enero, en Palacio Nacional se mantuvo todo en silencio hasta la conferencia mañanera del lunes 31, pero ya no le fue posible evitar contener las consecuencias a pesar que el mandatario intentó quedar al margen del escándalo.

            Tras recurrir al gastado argumento de que sus hijos no tienen influencia en su gobierno, que no se le da contrato a ningún recomendado y, sobre el matrimonio dijo que está complicado meterse: “ellos se casaron y al parecer la señora tiene dinero, pero no tiene nada que ver con el gobierno, ni un contrato, ni una recomendación, no somos iguales”, insistió.

            Argumentó que su hijo ya es una persona adulta y quien aporta el dinero al matrimonio es la esposa, Carolyn Adams, hija de la brasileña Catarina Solano y de padre estadunidense; entre sus antecedentes laborales se cuenta que trabajó durante 15 años en British Petroleum en Dubai, Emiratos Árabes Unidos; en 2016 se trasladó a Monterrey para trabajar como “cabildera” de Cava Energy, empresa proveedora de Pemex, y en 2018 se mudó a la Ciudad de México, donde siguió trabajando para la empresa propiedad de Stella Holdings.

            Sin embargo, ya fue imposible contener las críticas en contra del presidente quien, con el propósito de intentar desviar la atención y crear “cortinas de humo”, a su enfrentamiento con el Instituto Nacional Electoral, el crecimiento de la violencia en Zacatecas, Michoacán y Colima así como el problema de la propuesta de Pedro Salmerón como embajador de México en Panamá, agregó otro conflicto: el enfrentamiento directo con el gobierno español.

            López Obrador anunció una “pausa” en las relaciones con España, aunque después precisó que no se trataba de una ruptura en las relaciones diplomáticas. Pero la confrontación le resultó contraproducente y hubo reacciones internacionales, en particular las generadas desde esa nación por políticos, empresarios e integrantes de la sociedad civil

            Entonces agudizó sus críticas hacia los medios informativos críticos hacia su gobierno, en especial contra Carlos Loret de Mola, quien anteriormente ya difundió diversas acciones irregulares por parte de varios familiares y colaboradores cercanos al mandatario, sin que fueran debidamente aclaradas o investigadas legalmente a profundidad.

            Entonces, el viernes 11, se decidió a difundir los supuestos sueldos que recibe Loret de Mola; aseguró que gana 35 millones de pesos al año, pero no por “ser buen periodista”, y sí “por golpeador”.

            Más esta “revelación”, cuya fuente no informó ni se precisó su origen –por cierto, tiene hasta faltas de ortografía–, compara los presuntos ingresos del comunicador con los de López Obrador, donde se dice que el sueldo bruto presidencial es de dos millones once mil 404 pesos.

            Dos observaciones: la primera, el sueldo del periodista es un acuerdo con las diferentes partes patronales con las que trabaja, quienes así valoran su actividad informativa y de opinión; la segunda, desde julio de 2018, como el tabasqueño como presidente electo, anunció que reduciría en 40% su sueldo, en comparación con su antecesor –que era de 270 mil pesos–, para en esos momentos llegar a 108 mil 248 pesos; actualmente asciende 112 mil 122 pesos.

            Pero esa decisión –la cual afectó a gran cantidad de servidores públicos, pero por el momento ese es otro tema–, fue totalmente personal y realmente populista, así que no puede inconformarse de ganar mucho menos que el periodista, aunque se queje de que Loret de Mola gane “como quince veces más que yo”.

            Más esa supuesta denuncia del presidente generó diversas reacciones, tanto de respaldo al periodista, como las expresadas por diversos políticos y comunicadores, como Vicente Fox, Javier Risco, Rodrigo Pacheco, Emilio Álvarez Icaza, Jorge Álvarez Maynez, Claudio X. González y Javier Garza Ramos e, incluso, de organizaciones internacionales como la Asociación de Periodistas Europeos, pero también hubo voces de apoyo a López Obrador, como las de Epigmenio Ibarra y Jenaro Villamil.

            Los críticos a las revelaciones presidenciales argumentaron, entre otros puntos, que esa es ya una decisión extrema, cercana más a una dictadura y que pretende coartar la libertad de expresión y reprimir voces críticas al actual gobierno.

            Todo ello, sin duda, ha provocado una mayor polarización social y profesional, pero ahora ha escalado a nivel internacional. Lo recomendable para López Obrador es que se serene, medite en sus acciones y palabras.

            Pero conociéndolo, lo que es seguro que no solo mantendrá vigentes sus actuales confrontaciones, sino además abrirá otras nuevas y, aunque no lo quiera admitir, afectará sus niveles de popularidad y de respaldo social además de la pérdida del control de la agenda política cotidiana a través de las conferencias mañaneras.

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