Vector Visual

Noticias y Producción Audiovisual

Maullidos Urbanos Opinión

Indefiniciones en política exterior

Maullidos Urbanos
Por Gato de Barrio

gatodebarrio@yahoo.com.mx

Un golpe de estado se entiende como una acción ilegal por la cual se busca un cambio de régimen y se ejecuta, al contrario que en las revoluciones, por personas o grupos que pertenecen a la propia estructura estatal, como suele ser regularmente el ejército.

            Sucede que esta acción se genera desde arriba, es decir desde las propias instituciones del Estado, cuando en las revoluciones sucede al contrario, donde la masa popular es la asume el poder; suceden de forma rápida y violenta tras un periodo previo de conspiración secreta.

            Los golpes de estado resultaban comunes en América Latina en el Siglo XX, incluso al ser promovidos por los ejércitos locales se les llamaba “gorilatos”, siendo el mejor ejemplo el ejecutado el 11 de septiembre de 1973 en Chile, cuando se desconoció el gobierno socialista de Salvador Allende y fue sustituido por una junta militar encabezada por Augusto Pinochet.

            Pese a no ser tan frecuentes, recientemente sucedieron varios intentos de golpe que han fracasado, como el sucedido en enero de 1921 en Estados Unidos, cuando seguidores del entonces presidente Donald Trump atacaron el Capitolio para intentar que no se declarara mandatario electo a Joe Biden; en Perú, cuando el ahora desconocido mandatario Pedro Castillo intentó desaparecer al Congreso local; o el fin de semana, cuando personas afines al exmandatario Jair Bolsonaro intentaron ocupar las sedes de los poderes del gobierno en Brasil.

            Estos tres eventos además de ser ampliamente conocidos, también son eventos reconocidos los cuales, afortunadamente fracasaron. Sin embargo, de acuerdo al criterio del presidente Andrés Manuel López Obrador todos son evaluados de forma distinta.

            En el caso de los trumpistas, el presidente mexicano argumentó en esos momentos que “nosotros no vamos a intervenir en asuntos internos”; para el caso del depuesto presidente peruano no solo defendió a Pedro Castillo, incluso llegó  al extremo de no reconocer a su sucesora, Dina Boluarte y afirmar que el expresidente es un preso político; por ello ha sido señalado como injerencistas por el actual gobierno peruano.

            Ahora, ante lo sucedido en Brasilia, López Obrador lo calificó de “reprobable y antidemocrático”, además de advertir que “Lula da Silva no está solo, cuenta con el apoyo de las fuerzas progresistas de su país, de México, del continente americano y del mundo”.

            Con estos ejemplos se ratifica que el actual gobierno federal carece de una política definida para situaciones de política exterior, donde solo responde a los intereses personales del presidente, pero no a lo que se consideraba la tradicional política internacional mexicana.

A %d blogueros les gusta esto: