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Destino de la venta del avión presidencial

Alebrijes en Cuadratines
Por Adrián Chavarría Espinosa

ache57@yahoo.com.mx

El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció recientemente que ya está próxima la venta del avión presidencial, incluso precisó que la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos, que apoya en el proceso de compra-venta, reportó que son 37 los interesados de 13 países, entre éstos se encuentran personas físicas, morales y hasta gobiernos.

            Anteriormente el mandatario había estimado que por la venta de la aeronave se pagarían entre 130 y 150 millones de dólares, lo cual implicarían una pérdida de cerca de 70 millones de dólares, más deben sumarse los gatos por adaptaciones especiales y agregarle aproximadamente 720 mil dólares por el pago de mantenerla estacionarla por un año, con opción a otro año. Además, se pagó a Boeing, compañía encargada de su mantenimiento, otros 54 mil 39 dólares por concepto “de parqueo e inducción”.

            Si bien es decisión del presidente vender o no el avión presidencial, ya será la historia la que establezca si es o no una decisión correcta, al igual que como sucederá con toda su gobierno pero, además, lo que no está totalmente definido es cuál será el destino de los recursos que se obtengan por esa transacción.

            Sucede que durante diferentes conferencias de prensa mañaneras, en por lo menos cinco ocasiones López Obrador ha comprometido los recursos de la venta del avión presidencial para diferentes destinos o compromisos.

            El 21 de enero, durante la contingencia de la falta de gasolina por el problema del huachicoleo, expresó textualmente: “Estamos viendo la venta de aviones, el avión presidencial, helicópteros y camionetas, que eso nos va a ayudar para comprar las pipas”.

            Posteriormente, el 23 de febrero, anunció que el dinero se utilizaría para financiar a la Guardia Nacional. En esa ocasión afirmó: “Todas estas subastas de aviones, vehículos de lujo, machuchones, ranchos, casas, joyas, lo necesitamos para tener recursos para financiar la Guardia Nacional.”

            Un mes después, exactamente el 19 de marzo, manifestaba un nuevo destino ahora para el programa social enfocado a ayudar a jóvenes: “Toda la flotilla de aviones y helicópteros se usaban hasta para ir a jugar golf como si fueran una bicicleta, ahora ese dinero irá a estos programas que son para enfrentar la delincuencia, para quitarles la base, los jóvenes que están al alcance de la violencia porque viven en la pobreza.”

            Más adelante, el 24 de abril habló de canalizar esos millones de dólares en recursos para impulsar el desarrollo del país: “Todo eso se va a destinar al desarrollo del país, para los que menos tienen.”

            En mayo no se hubo ninguna mención pero fue hasta el 12 de junio, ahora con la crisis de los migrantes centroamericanos, donde se anunció otra promesa: “Este dinero (del Plan para Centroamérica) saldría de lo vamos a recibir del lujoso avión presidencial de nombre, como burla, José María Morelos y Pavón”.

            Pues bien, el problema desabasto de gasolina ya se superó; la Guardia Nacional, aunque con dificultades, ya entró en operación; el programa de jóvenes, avanza aunque en el caso de las becas Benito Juárez, no se han entregado a todos los beneficiarios; sobre el desarrollo en áreas menos beneficiadas, los recursos de otras subastas se han canalizado directamente a varios de los municipios más pobres; y respecto al plan Centroamérica, ahora existe más preocupación por la amenazas de redadas de migrantes ilegales en Estados Unidos, en particular de mexicanos.

            Quisiera ser optimista y esperar que de venderse el avión presidencial sea en el precio calculado por López Obrador, pero la realidad es que no existe un gran mercado para el modelo Boeing 787, que es el correspondiente a esa aeronave.

            Para Daniel Hall, analista de valuaciones en Fligth Ascend Consultancy, vender esta aeronave resulta ser todo un desafío porque el mercado es muy reducido por la falta de demanda al recordar que al menos hay dos aviones de ese tipo que se han puesto a la venta sin que hayan surgido compradores.

            La venta del avión presidencial recuerda a la fábula de la lechera, quien va al mercado y en el camino empieza a calcular que con la venta de producto va a poder tener mayores ingresos para en el futuro comprarse otra vaca y vender más leche y así tener más ingresos, pero por ir soñando en el futuro se tropieza con una piedra y se le cae su leche y, entonces, adiós sueños.

            Así resulta ser lo que se pretende con los recursos del avión, donde aún no se concreta su venta pero ya existen múltiples opciones para canalizarlos, y lo malo que mientras logra ser comercializado pueden surgir nuevas promesas presidenciales.

            En fin, ojalá que por lo menos se logre que la venta sea por lo menos acorde a lo esperado y que los recursos que entren por ello sean bien utilizados, ya que no habrá otras aeronaves presidenciales qué ofrecer en un futuro.

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