Maullidos Urbanos
Por Gato de Barrio
Lamentablemente Andrés Manuel López Obrador no se sacude de su papel como candidato en eterna campaña, para asumir su responsabilidad de presidente de la república, ya que mantiene su política de polarización social y busca imponer el todo o nada, donde quien no piensa como él, entonces se coloca no como su adversario sino de enemigo.
Lo volvió a subrayar el pasado fin de semana, donde tras afirmar que México registra un momento de definiciones, entonces se debe estar en favor de la transformación del país o en su contra: “Se está por la honestidad y por limpiar a México de corrupción o se apuesta por mantener los privilegios de unos cuantos”. No hay términos medios ni tonos grises, únicamente blanco y negro y por ello se debe tomar definitivamente un bando.
Volvió a fustigar, según él, a quienes con un velo de intelectualismo y desde los cargos públicos buscan proteger al régimen de los privilegios a costa del sometimiento de los más pobres e insistió: “Qué bueno que se definan, nada de medias tintas, que cada quien se ubique en el lugar que corresponde, no es tiempo de simulaciones. O somos conservadores o somos liberales, no hay medias tintas”.
No dudo que López Obrador podría tener las mejores intenciones del mundo para mejorar a México, pero no sabido cómo aplicar acciones y programas para lograr ese propósito y el mejor ejemplo lo tenemos en cómo ha enfrentado la contingencia sanitaria: sin una estrategia definida y emitiendo mensajes contradictorios de cómo debería actual la población,
Ha intentado trazar líneas de acción e imponerla a los gobiernos estatales, pero sin resultados eficaces y, por ello, varios gobernadores han adoptado otros caminos.
A cien días de la pandemia se evidencia lo errático de la conducción federal en la crisis sanitaria. Los números de fallecidos en entidades donde el presidente tiene más ascendiente son los más afectados: en siete se concentran dos terceras partes de los decesos pero cinco son gobernados por Morena –Ciudad de México, Baja California, Tabasco, Veracruz y Puebla‑, mientras en los ocho estados rebeldes, con gran densidad demográfica –entre ellos Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Tamaulipas y Nuevo León‑, apenas registran el 7.5% de muertes.
Entonces intentar obedecer a López Obrador no necesariamente el mejor camino para alcanzar los mejores resultados, por lo cual el presidente debe rectificar en su forma de pensar y actuar y, aunque suene reiterativo y difícil que lo cumpla, recomendable que escuche a sus colaboradores, asesores y a quienes califica de “adversarios”, para así mejorar su gobierno.