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Hackeo a la Sedena

Alebrijes en Cuadratines
Por Adrián Chavarría Espinosa

ache57@yahoo.com.mx

Definitivamente, ¿qué podremos esperar de la máxima dependencia del gobierno federal en materia de seguridad pública, la cual ni siquiera fue capaz de evitar que sus archivos fueran hackeados? Fueron seis terabits de información de todo tipo: privada, confidencial y de alta seguridad, incluso de la salud personal del presidente de la república.

            Por supuesto se trata de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), dependencia del Poder Ejecutivo a la cual se le han asignado responsabilidades no solo de carácter militar y de seguridad pública, también desde la construcción de hospitales, del Tren Maya, de sucursales bancarios aeropuertos, de la distribución de vacunas y medicinas, hasta asumir la responsabilidad de las aduanas y de puertos aéreos, entre otras.

            Repasemos: el pasado jueves el periodista Carlos Loret de Mola difundió, a través del portal Latinus, la información de que un grupo de hackers de origen chileno autodenominado Guacamayos, había superado las defensas cibernéticas y se habían apropiado de información interna de la Sedena generada desde 2016, es decir desde el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero solo se ha difundido de la archivada en la presente administración.

            Tras la amplia difusión de los hechos, en la conferencia mañanera del viernes en Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador aceptó que toda la información difundida tras el hackeo era verdad, incluso trato de minimizar esa divulgación al asegurar que eran hechos y datos ya conocidos. “Ahora, ¿qué es lo que dan a conocer? Lo que es de dominio público”, dijo y agregó: “No hay nada que no se sepa o que no se deba saber”.

            Sin embargo, eso es una gran mentira. Un buen ejemplo es que se había mantenido oculto el hecho de que a principios de enero tuvo que ser trasladado, desde su rancho en Palenque, Chiapas, al Hospital Central Militar, en estado de salud grave, de acuerdo con el reporte médico; además, sufre de hipertiroidismo y de gota y, en éste último padecimiento prefirió no medicarse sino desarrollar actividad física. Además, se reveló que se mantiene bajo una constante vigilancia médica.

            Un punto que podría calificarse como grave, es que en la misma conferencia López Obrador intentó desviar la atención al expresar que la intromisión y robo de información había sucedido con anterioridad en otras naciones: “Tengo entendido de que este mismo grupo ya ha hecho lo mismo en otros países, creo que en Colombia, Chile, por eso pienso que es algo que se maneja desde el extranjero”. Puntualizó: “alguien me informó, de que han hecho algo parecido en Guatemala, Colombia, Chile y El Salvador”.

            Es decir, si ya se tenía conocimiento de anteriores intromisiones en otros gobiernos, entonces resultaba muy posible que México fuera uno de los siguientes objetivos, pero no se adoptaron las medidas preventivas necesarias. Recuérdese que en 2019, Pemex sufrió el peor ciberataque en su historia, cuando 180 mil archivos, seis gigabytes de información fueron hackeados, con datos de usuarios de trabajadores, contraseñas, manuales de operación vía remota de la Refinería de Tula, bases de datos, entre otras informaciones. Y a pesar de ello, desde entonces no se adoptaron las medidas preventivas necesarias en otras dependencias.

            Una muy posible razón puede ser la, primero, austeridad republicana y ahora pobreza franciscana, para limitar gastos en asuntos considerados como superfluos o innecesarios, como la compra de unidades automotrices nuevas o de la tecnología necesaria para evitar ataques cibernéticos, en verdad cara pero útil para conservar la secrecía de la información oficial.

            Sin embargo, lo más desconcertante fue la respuesta de López Obrador quien, en lugar de anunciar alguna estrategia para evitar nuevas sustracciones de información o de un programa para mejorar la ciberseguridad en todas las dependencias del gobierno federal, pidió que le pusieran una canción de su paisano, el ya fallecido Chico Che.

            Esa actitud es francamente irresponsable, de alguien quien no solo decide desconocer la trascendencia y consecuencias de que información de seguridad nacional se encuentre comprometida, que ponga en riesgo situaciones estratégicas y queden expuestas abiertamente nuestras defensas externas.

            ¿Ante todo lo anterior, qué tipo de defensa podrán hacer los seguidores de López Obrador, los militantes de Morena, los legisladores federales y estatales dispuestos a acatar ciegamente sus ocurrencias y caprichos?

            Sinceramente, ojalá y que la oposición política reacciones y logre convencer a la ciudadanía para ganar en las elecciones del 2023 y 2024, ya que ni López Obrador ni Morena ofrecerán un mejor futuro al país, que no se puede esperar resultados positivos del político que falta a uno de sus principios básicos, el de no mentir.

            Ahora resta esperar próximas que las secuelas del robo de información a la Sedena no tengan graves repercusiones sociales, económicas y políticas.

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